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Las malas hierbas

Llevamos largo rato discutiendo sobre la muerte de la pequeña de 12 años Asunta Basterra, hallada en una pista forestal del municipio coruñés de Teo, próximo a Santiago de Compostela, sin haber conseguido hasta el momento ponernos de acuerdo.

Como ya me tienes acostumbrado a tu proverbial furiosa intransigencia con maltratadores, violadores y asesinos de niños, he optado por buscar en ti ese punto de reflexión que, aunque en ocasiones tarde, siempre acaba por emerger a la superficie, tras que desde lo más profundo de tus vísceras solo escapara la bilis que a todos nos produce ganas de vomitar intensamente.

A duras penas estoy consiguiendo contener las mías, ante esta nueva muerte imperdonable que a todos nos ha vuelto a llenar de horror y asco.

Que los responsables de la muerte de la niña hayan sido, como todos los indicios señalan, sus padres adoptivos, el periodista Alfonso Basterra y la abogada Rosario Porto, y que presumiblemente lo hayan hecho por los bienes que el abuelo dejó en posesión de Asunta, no hace sino hurgar todavía más en nuestras conciencias, llevándonos hasta el límite mismo de lo que nuestra humanidad nos aconseja.

—¡Deberíamos tener unas condenas como las que tienen los norteamericanos para casos parecidos…! Y aun así, no sería bastante severa para quien mata a un niño.

—Te recuerdo, que en Estados Unidos se da uno de los mayores índices de criminalidad del mundo y que en muchas ocasiones, los menores continúan siendo agredidos o asesinados por el demente de turno… Parece que la pena de muerte no produce ningún temor a determinados sujetos.

—¿Te parece justo que la niña haya muerto para siempre y que los responsables acaben en una cárcel de máxima seguridad, viviendo a todo confort durante unos pocos años, para acabar saliendo dentro de nada por buena conducta y porque digan estar arrepentidos?

—No. No me parece justo, pero hay que aplicar la ley tal como está escrita.

—¿Qué te apuestas a que al final saldrá a relucir algún atenuante de culpa por el que no se les pueda aplicar la condena máxima?

—La verdad es que no me extrañaría nada, pero quiero confiar en que la justicia velará por la niña… Aunque para ella no existan ya esperanzas de una vida llena de sorpresas, del primer beso de amor, de la emoción por ser madre o del regocijo por las risas y abrazos de sus nietos.

—Al contrario que tú, yo creo que no hay justicia en este mundo. Por eso, les adornaría la celda con unas cuantas fotos de Asunta que no pudieran arrancar, así podrían verla de día y de noche hasta que su mirada inocente acabara por desquiciarlos de verdad.

La amargura derramada en tus últimas palabras, unida a ese brillo intenso y húmedo en tus pupilas, me dicen que ha llegado el momento de cambiar de tema, pero será dentro de unos minutos, tras tomarnos un aromático café que me apresto a preparar.

A la vez que cargo la cafetera, pienso en esa idea bastante extendida acerca de que solo quien puede parir sus hijos sabe cuánto duelen y cuánto se les ama… Idea con la que no comulgo en absoluto. Pero por si finalmente se demuestra que la nena fue asesinada por sus padres adoptivos y alguien afirma que de haber sido sus padres biológicos no la habrían matado, le recordaría una cita de Schiller: «No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos.»


Asunta Basterra Porto, 12 años.

Mientras tomas tu café a pequeños sorbos, con el semblante oscurecido por tus pensamientos más sombríos, te observo disimuladamente.
Sé cuánto quieres a los más débiles y puedo atreverme a vaticinar la profunda tristeza que te embarga.

Con mucho tacto, introduzco nuestro siguiente tema. Sin prisas, como al descuido, confiando en que tú te aferres a esa nueva tabla que se aproxima a ti mientras navegas a la deriva.

—Parece que la Junta de Andalucía prepara una nueva ley contra el fraude fiscal…

—No parece que las que ya existen hayan frenado a algunos para llevarse los dineros por fajos y bajo las más peregrinas excusas… Y con total desvergüenza, además…

—Es verdad, pero esta ley se aplicará a los ciudadanos, los que tantas veces han sido saqueados por los caraduras.

—¡No me digas! ¡Ya me extrañaba a mí…!

—Esa ley impedirá a los andaluces disponer libremente del dinero que tengan depositado en cuentas bancarias, durante el año previo a su fallecimiento, en el caso de que este sea «previsible».

—¿Y eso será constitucional?

—Quisiera creer que nadie puede impedir a alguien hacer con su legítimo dinero lo que le dé la gana, siempre que no lo emplee en atentados contra la vida. Por otra parte, confío en que el PP impugne esa ley ante el Tribunal Constitucional, como hizo, por ejemplo, con el Estatut de Catalunya.

—¿Pero que pretenden concretamente?

—Evitar que se eluda el pago del impuesto de sucesiones.

—Me preocupa seriamente que los políticos no se sonrojen ante algunas de sus ideas.

—Para eso hay que tener vergüenza, ¿no?

—¡Claro! Entonces es por eso…

—Además, la ley perseguirá el fraude relacionado con la donación de dinero de padres a hijos para comprar la vivienda habitual.

—¡Joder! ¿Y si le pedimos a la Junta que pague el piso a los jóvenes que no tienen trabajo para que ese peso no recaiga en los padres? ¿Crees que eso irá también en la Ley?

—Ja, ja, ja… No creo. La Junta «no tiene dinero»… O no crearía esa ley, quiero pensar.

—¿Pero el que se muere no ha pagado ya bastantes impuestos por el dinero que tenía, para que además le tengan que volver a cobrar a los herederos otra vez? Esto va a acabar como ‘el rosario de la aurora’, ya lo verás.

—Puede que incluso peor. —Nos están apretando demasiado las clavijas…

—¿Estás al tanto de que un movimiento vecinal canario ha hecho un reclamo a la Comisión de Peticiones del Congreso de los Diputados para que las Islas Canarias se incluyan en la lista de la ONU de territorios autónomos por descolonizar?

—Leí el titular, pero no le presté más atención. Visto lo que está pasando en Cataluña, no tardarán en hacer lo mismo Melilla y Ceuta… Y si me apuras, puede que hasta Perejil.

—Bueno, Perejil está deshabitado, pero visto como lo defendimos, igual acabamos creando campamentos de verano para los estudiantes. Lo cierto es que los gibraltareños y Picardo se estarán riendo mucho.

—¿Qué aducen los canarios para descolonizar las islas?

—Pues entre otras cosas, que el Archipiélago Canario estaba habitado desde más allá del siglo V antes de Cristo, por poblaciones bereberes procedentes del norte de África.

—Pues nada… Ahora que a Italia le va tan bien, reclamemos que Hispania vuelva a ser una provincia romana, que Canarias sea territorio africano —y decidido a lograr que olvides el mal trago del principio, te lanzo un órdago— y que las mujeres no vuelvan a conducir para que no les afecte a los ovarios y a la pelvis, que son tan necesarios para que sigan naciendo criaturas, en las cuales estará nuestro futuro hasta que el sol reviente.

Hubiera dado cualquier cosa por poder leer en tu pensamiento, cuando tras un fuerte respingo, me has dirigido una mirada que no sé si catalogar como de pasmo o como de certeza de que me he vuelto loco. Aguanto la sonrisa como puedo (lo mío me cuesta) y dejo que el comentario te vaya calando, pero no te pierdo de vista mientras me das un buen repaso visual para cerciorarte.

Con toda la serenidad de que puedes disponer, me preguntas como quien no quiere creer que ha oído bien.

—¿Es un nuevo estudio científico norteamericano?

—No, es la opinión de un jeque religioso saudí.

—¡Ah…! No hagas mucho caso; seguro que se equivocó de barril, y en lugar de al de la cerveza, le atizó un trago largo al de petróleo.

Finalmente soy yo quien se deja llevar por la risa, que surge espontáneamente ante la imagen del jeque babeando algo viscoso y negro que le tiene mareado perdido. Tras dejarme que me desahogue, muestras tu curiosidad con un ligero suspiro de alivio, entiendo que por haber confirmado ya que no soy yo el loco.

—¿Y por qué ha dicho ese individuo semejante disparate?

—Un grupo de activistas ha convocado para el próximo día 26 de octubre la enésima jornada de protesta para reclamar el derecho de las mujeres a ponerse al volante…

—…Y el enésimo botarate machista de turno, ha tenido que abrir la boca para decir sandeces. Lo dicho: alguien con mala uva le «bautizó» el barril de petróleo. Dejémosle que duerma la mona y vayamos a preparar la comida; tú te ocuparás de la ensalada.

Nuestro coloquio de primero de mes, empezó con el mal trago de la muerte de Asunta a manos de unos malnacidos, sean quienes fueren. Las malas hierbas, sin embargo, deben de tener una única razón para existir y no hemos de permitir que nos pase desapercibida: hacer que podamos sentir nuestras conciencias… Los que la tenemos.

Con mi agradecimiento

* * *

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